Plasencia está en obras, y desgraciadamente estará así mucho tiempo, aunque la esperanza sigue viva. Después de todos esos ladrillos tirados por aquí y por allá, los ruidos del martillo y esa arenita que desprenden las obras, las calles de Plasencia estarán mucho mejor que antes y se podrá pasear tranquilamente.
Irene, Rita, Maite y Eduardo.
Bien es verdad que tras la tormenta llega la calma, pero ¿estábamos preparados para tanta tormenta seguida y con escasa planificación? Me temo que se sigue actuando por impulsos y que, es una pena, pero lucir buena imagen a veces cuesta demasiado caro.
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